Relaciones maternofiliales en ‘También esto pasará’

La nueva adaptación cinematográfica de la novela “También esto pasará” de Milena Busquets, dirigida por María Ripoll, nos ofrece una mirada diferente sobre el duelo y las complejas relaciones maternofiliales. A través de la travesía de su protagonista, que entrelaza el dolor por la pérdida de su madre con momentos de luz y alegría, Ripoll desafía las convenciones sociales que imponen una experiencia de duelo tradicional y restringida. Este filme, que también se erige como un homenaje a las madres, busca visibilizar la fuerza de una relación basada en el amor y la independencia, despojándose de los estereotipos de la madre abnegada que comúnmente hemos visto en el cine.
Ripoll, profundamente conmovida por la novela en un momento personal de duelo tras la muerte de su madre, encontró en esta historia un vehículo para expresar la conexión “muy potente entre mujeres” que caracteriza la experiencia de ser hija. En un marco en el que el cine contemporáneo explora las diversas formas de ser madre, “También esto pasará” se centra en lo que significa realmente ser hija, mostrando una narrativa sensible que se aleja de la representación masculina de conflictos familiares para ofrecer una perspectiva femenina enriquecedora y emocionalmente resonante.
La directora enfatiza que el duelo convencional implica un cerco de luto que incluye llantos, trajes oscuros y aislamiento, mientras que la protagonista de su película se enfrenta al dolor de una manera no convencional. Ella busca el placer, la compañía, y el calor humano, intentando sobrellevar la pérdida a través de las conexiones interpersonales y la búsqueda de la alegría. Esta aproximación a la tristeza resuena a lo largo de la película, donde la vida y el deseo dejan entrever que el sexo, más que la oposición de la muerte, es un poderoso recordatorio de la vitalidad de la existencia.
María Ripoll también se propone mostrar la sensibilidad femenina en las escenas de intimidad y sexo, desafiando la noción prevalente de que el deseo debe abordarse desde una perspectiva masculina. Según la directora, la protagonista no anhela el sexo únicamente por el placer físico, sino para sentir el contacto humano y el sentido de estar viva en un mundo que está permeado por la pérdida. Esta visión renovada otorga a la película una luminosidad, incluso cuando trata temas tan oscuros como el duelo y la pérdida, evidenciando que la risa y la luz siempre pueden coexistir con el dolor.
Finalmente, Ripoll revela que su compromiso con la narrativa de Busquets fue primordial en el proyecto. Con la inclusión de una voz en off que rinde homenaje a la precisión literaria de la autora, la realizadora busca ser leal a la esencia del texto original. Al mismo tiempo, se permite una libre interpretación del personaje, evitando la trampa de intentar replicar la vida de la escritora. De esta forma, la directora logra dar vida a Blanca, no como un eco de Milena, sino como una representación autónoma y vívida que refleja las complejidades de la vida, el duelo y las relaciones entre mujeres.